aritificial, de cerdo o en 3D

La ciencia y la medicina avanzan de la mano y puede ser que en un futuro no muy lejano, una persona pueda vivir con normalidad con un órgano, como el corazón, de un cerdo modificado genéticamente, o con uno impreso en 3D, o con uno artificial, si bien la tecnología en este último caso no ha mejorado tan rápido en los últimos años.

Los xenotrasplantes cardíacos

En el caso de los xenotrasplantes cardíacos, el segundo paciente al que le han trasplantado un corazón de cerdo modificado, Lawrence Facette, se encuentra recuperándose de la intervención y se puede comunicar con la familia, según la Facultad de Medicina de la Universidad de Maryland.

Facette no era apto para un trasplante tradicional, según la universidad, y ésta era la única opción para él debido a la enfermedad vascular periférica preexistente que padece y las complicaciones que conlleva con hemorragias internas.

El paciente Lawrence Faucette días antes del trasplante. Foto cedida por la Universidad de Maryland.

Los médicos le están tratando con una novedosa terapia de anticuerpos junto con fármacos antirrechazo convencionales, diseñados para suprimir el sistema inmunitario y evitar que el organismo dañe o rechace el corazón de cerdo tras el trasplante.

La primera operación de estas características ya se realizó en enero del pasado año, por los mismos cirujanos, reconocidos “como líderes en xenotrasplantes cardíacos” a otro paciente, que si bien sobrevivió a la intervención, falleció semanas después.

Las conclusiones de la primera experiencia

Durante los casi dos años transcurridos desde el primer trasplante de corazón de cerdo genéticamente modificado, los científicos de la universidad han investigado el caso y publicado sus conclusiones en el New England Journal of Medicine y en The Lancet.

corazón cerdo
Los cirujanos en el quirófano durante el trasplante del corazón de cerdo modificado genéticamente. Foto cedida por la Universidad de Maryland (EEUU).

Y han demostrado que el corazón de cerdo funcionó bien en el paciente durante varias semanas sin signos de rechazo agudo y su muerte, que fue por insuficiencia cardíaca, “se debió probablemente a una multitud de factores”.

Entre estas causas se encontraba “el mal estado de salud, que le obligó a permanecer hospitalizado con una máquina de bypass cardiopulmonar durante seis semanas antes del trasplante”, según la universidad.

Un poco de historia

Para el subdirector del departamento de Cardiología y Cirugía Cardíaca de la Clínica Universidad de Navarra, Gregorio Rábago, este es el futuro”, pero afirma, en declaraciones a EFEsalud, que como todo en medicina, “lleva tiempo”.

La idea del xenotrasplante cardíaco es una idea “muy, muy antigua”, asegura Rábago, hasta tal punto que lo realizó, en 1964, el cirujano James Hardy, antes de que en 1967 Christiaan Barnard hiciera, en Sudáfrica, el primero de humano de corazón.

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Hardy trasplantó un corazón de chimpacé a un paciente terminal que no tenía solución quirúgica. Él ya estaba investigando y ensayando con corazones de chimpancé, reunió a su equipo y lo intentaron. Pero el órgano era demasiado pequeño y el paciente falleció.

“Todo el mundo le criticó, casi le echaron de la universidad”, cuenta Rábago en el Día Mundial del Corazón, 29 de septiembre..

“Un sueño desde tiempos inmemoriales”

A este trasplante realizado por Hardy le siguieron otros. El más famoso fue el que hizo Leonard Bailey a una niña a quien trasplantó un corazón de babuino y vivió 21 días.

“Los xenotrasplantes son un sueño que en el cirujano persiste desde tiempos inmemoriales. ¿Qué es lo que pasaba? Que no conocíamos la tecnología y no conocíamos que cuando ponemos un corazón de una especie diferente ocurre lo que se llama un rechazo hiperagudo, es decir, lógicamente los vasos del corazón trasplantado se coagulan, se trombosan y el corazón falla y el paciente fallece”, señala el cardiólogo.

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Material quirúrgico expuesto en el aula del quirófano original de experimentación animal en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). EFE/David Fernández

Así, desde la década de los 90 hasta nuestros días, gracias a los genetistas y a los investigadores, se han conocido una serie de genes involucrados en el proceso, que tienen una función específica. Uno de los primeros fue el GTKO, que bloquea la respuesta inmune.

De hecho, en los 2000, cuando “todo el mundo pensaba” que se podrían hacer estos trasplantes gracias al gen, se empezó a ver que había una serie de virus que podían transmitir, una zoonosis, continúa el cardiólogo de la Clínica Universidad de Navarra, por los retrovirus endógenos del cerdo.

Se ha seguido investigando para modificar una serie de genes y disminuir riesgos. También han ido apareciendo fármacos para evitar el rechazo al órgano.

“Y la pregunta del millón ¿estamos ya para empezar a hacer xenotrasplantes?” Yo creo que todavía nos queda un poco pero estamos en el buen camino seguro”, afirma Rábago.

Por el momento, la Administración para Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) ha aprobado los dos xenotrasplantes como uso compasivo porque todavía, añade el cardiólogo, aún quedan incógnitas por despejar.

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El primer corazón artificial en España

Y Rábago fue uno de los cardiólogos que intervino en la implantación de primer corazón artificial en España, en 2016. Se hizo en su hospital. Recuerda que la vivió con mucha emoción y supuso todo un reto, si bien él se formó en dos centros internacionales en los que se practicaba ya esa cirugía “con lo que fue volver a su infancia quirúrgica”.

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El doctor Rábago junto con otros médicos y enfremeras, muestran una copia del corazon que fue transplantado a un hombre residente en Navarra (2016). EFE/Jesús Diges

En esa ocasión se trabajó de forma colaborativa junto con el Complejo Hospitalario de Navarra, lo que demuestra, según sus palabras, que pueden trabajar conjuntamente lo privado y lo público porque “lo resultados al final son muy buenos”.

El paciente tenía unas características especiales, que hacían que el trasplante no fuera fácil, con lo que la opción era intentar ponerle un corazón artificial -un dispositivo ventricular completo- hasta que llegara un órgano que le fuera compatible.

“Estuvo 1 año con el aparato, pero nunca conseguimos el trasplante y al final falleció. Creo que no llegó al año”, recuerda el doctor.

Una opción poco común

El corazón artificial se implanta en raras ocasiones, ya que se hace cuando al paciente no le funcionan los dos ventrículos, el izquierdo y el derecho. El aparato son dos bombas que los sustituyen.

“La gente muchas veces lo confunde con el dispositivo de asistencia Ventricular Izquierdo”, señala Rábago y no es lo mismo, ya que éste es cuando no funciona el ventrículo izquierdo, no los dos.

Este último dispositivo que comenta Rábago se conecta al ventrículo izquierdo, sin quitarlo, y es como una bomba que coge la sangre que llega a la parte del corazón que no funciona, la aspira y la envía a la aorta, de tal manera que se deja el corazón en su sitio, pero le conectan en paralelo una bomba.

Ambos dispositivos funcionan con baterías. “En pura esencia, las dos cosas son parecidas porque son bombas mecánicas que reemplazan de forma parcial o total la función cardíaca”, apostilla el cardiólogo.

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Detalle del corazon artificial junto a la consola que programa las funciones y sirve de motor de bombeo. EFE/Jesús Diges

El corazón artificial, del que se han instalado no más de cuatro o cinco en España, según Rábago, es una opción cuando no hay alternativa o se está esperando un trasplante que no es fácil.

“Los resultados empiezan a ser cada vez mejores, pero la tecnología todavía tiene que mejorar mucho”, apunta el cardiólogo.

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La razón es que el corazón artificial total todavía mantiene características pulsátiles, es decir, emula al corazón y eso técnicamente es muy complicado de conseguir, mientras que con las asistencias ventriculares se ha avanzando “muchísimo”.

Los corazones impresos en 3D

La tecnología avanza tanto que se han desarrollado corazones impresos en 3D. El problema en estos casos es que aún quedan algunos años para que se conviertan en una alternativa real, según Rábago.

“El problema de las impresiones en 3D es que yo puedo hacer piel, por ejemplo, puedo hacer músculo, pero claro, tengo que hacer un músculo con nervios, con sistema de conducción, con vasos y todo integrarlo”, sostiene el cardiólogo.

Fue en 2019 cuando investigadores de la Universidad de Tel Aviv produjeron, por primera vez en la historia, un corazón que palpitaba utilizando tejido humano y una impresora 3D. Un avance que según dijo entonces ese centro de estudios, abría vías hacia los trasplantes del futuro.

Se hizo con “células y biomateriales” de un paciente al que se le tomó una pequeña muestra de tejido graso del que quitaron todas las células y las separaron, entre otros, del colágeno. Posteriormente, las reprogramaron para que fueran células madre y las distinguieron para que fuesen células cardíacas y de vasos sanguíneos.

Una vez hecho eso, se procesaron los biomateriales para convertirlos en biotinta, que permitió imprimir con las células.

Aún un corazón “muy básico”

El producto resultante, un corazón de unos 3 centímetros, equivalente al tamaño del de una rata o un conejo, que todavía era “muy básico”, según los investigadores, con lo que el próximo paso es madurar ese corazón para que pueda bombear.

Y es que las células del corazón creado se pueden contraer pero el órgano completo no bombea, por eso los investigadores necesitan desarrollarlo para lograr que pueda transplantarse a un ser humano.

De ahí que el próximo reto sea madurar estas células y ayudarlas a que se comuniquen entre ellas, de forma que se contraigan juntas y enseñarlas a comportarse adecuadamente. Pero, también, lograr desarrollar un corazón más grande con más células.

La esperanza de los investigadores es que “en diez o quince años haya impresoras 3D en hospitales que provean de tejido para los pacientes. Quizás, corazones”, dijeron.

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