Hacer que la madre cante o escuche música a través de parlantes todos los días durante el último trimestre del embarazo mejora la capacidad del bebé para procesar los sonidos del lenguaje. Estudio realizado por la Universidad de Barcelona y su Instituto de Neurociencias (UBNeuro) y el Instituto de Investigación Sant Joan de Déu (IRSJD).
Foto cedida por la Universidad de Barcelona.
Los resultados del artículo, publicado en la revista ciencia del desarrolloe, proporcionar nuevas perspectivas sobre los efectos de la exposición prenatal, durante el embarazo, a la música sobre los estímulos del habla.
“No importa el tipo de música, cuando nacen no les ponemos la misma música que han escuchado durante el embarazo, sino que les presentamos un nuevo estímulo lingüístico y comprobamos cómo su cerebro lo procesa mejor”, explicó. a EFEsalud. Sonia Arenillas-Alcón, primera autora del estudio y miembro del Grupo de Investigación Brainlab-Neurociencia Cognitiva de la Universidad de Barcelona.
Y lo hace a partir de una respuesta cerebral específica, llamada tasa de respuesta seguimiento neonatal (RSF) “que reproduce las características de la onda sonora, reproduce el estímulo acústico que le estamos presentando al bebé”, apunta la neuropsicóloga.
“El bebé -agrega- no recibe todo tipo de sonido, el útero tiene un filtro y solo deja pasar ondas de baja frecuencia y eso hace que esos sonidos estén mejor codificados”.
El trabajo se basa en la comparación de registros RSF en 60 recién nacidos sanos (entre 12 y 72 horas): 29 estuvieron expuestos a música diariamente durante el embarazo y otros 31 no tuvieron tal exposición musical.
Y se hizo durante el último trimestre del embarazo, cuando la audición del bebé está más desarrollada.
Una señal que puede predecir trastornos del lenguaje
El respuesta de seguimiento de frecuencia está condicionado por una variedad de trastornos del habla y del lenguaje y también se ha demostrado que se ve afectado por el entorno fetal y el entorno acústico prenatal.
Es decir, esta respuesta se ha estudiado con niños bilingües, con adultos músicos y no músicos, con niños con autismo, y se ha visto que esta señal es capaz de distinguirlos.
Y comparando recién nacidos de normopeso con otros de menor peso y con otros con macrosomía o peso elevado (más de 4 kilos), en estos dos últimos casos se observa que esta frecuencia de respuesta de monitorización está alterada.
“Son herramientas que te permiten tener más indicios para hacer un diagnóstico”, dice el experto, una especie de biomarcador que pudiera detectar el riesgo de alteraciones del lenguaje y poder establecer medidas preventivas en etapas tempranas de la vida.
“Que se pueda evaluar cómo el cerebro del niño procesa el habla y que lo haga desde el momento del nacimiento y sabiendo, como probabilidad, posibles problemas de lenguaje, también es más fácil empezar con un programa de estimulación desde el primer día”, apunta. predice
Se analizó el registro por encefalograma de los bebés a dos estímulos del habla diferentes: el estímulo /da/ —el más utilizado en investigaciones con RSF y recién nacidos—, y /oa/, que permite analizar la codificación de frecuencia en la que el recién nacido ha sido expuesta en el útero.

/EFE/Miguel Ángel Molina
Como el sonido entra por el oído y llega al cerebro, pasa un tiempo y lo hace a un ritmo velocidad para procesar esos sonidos. Esa velocidad disminuye a medida que crecemos y también por otras variables. Por ejemplo, los adultos entrenados en música tienen velocidades de procesamiento mucho más rápidas, y esto se ha visto con esta señal cerebral.
Este estudio no refleja que en los recién nacidos, por haber estado expuestos a la música durante el embarazo, su velocidad de procesamiento sea más rápida, sino que el cerebro del bebé tiene que seguir madurando.
La principal conclusión de este artículo de la Universidad de Barcelona es que escuchar música con altavoces, no con auriculares, durante el embarazo ayuda al bebé a procesar los sonidos del lenguaje.