Las infecciones vulvovaginales o vulvovaginitis implican la inflamación de la mucosa vaginal y la piel de la vulva, aunque no siempre afecta a ambas zonas a la vez.
Estas infecciones pueden presentar diversos síntomas y signos según el tipo de infección, siendo los más frecuentes: prurito (picazón), ardor, dolor (vulvodinia), eritema (enrojecimiento de la piel), edema inflamatorio de piel y mucosas, y aumento del flujo vaginal con diferentes características según el agente causal.
Las patologías más frecuentes son vulvovaginitis por Candida y el vaginosis bacteriana.
Según la SEGO, actualmente se considera que las alteraciones en la microbiota vaginal son el eje fundamental de la fisiopatología de las infecciones vaginales.
“En la práctica clínica no siempre es posible determinar las causas etiológicas o los factores desencadenantes de este tipo de infecciones, mientras que el tratamiento puede no ser el adecuado ya que en ocasiones es la propia mujer quien se diagnostica y trata, dando lugar a la aparición de recaídas o repetición de la infección”, lo que es un problema para la paciente, pero también para el especialista que la atiende, señala esta sociedad médica.
Este es el motivo por el que SEGO ha lanzado esta guía práctica, un documento pionero en España, con el fin de mejorar y promover la atención clínica de las mujeres que padecen estas infecciones, entre el 40 y el 50% las padecen al menos dos veces en su vida.
La guía incluye toda la información conceptual y descriptiva sobre las infecciones vulvovaginales más comunes, sus posibles causas y síntomas, las principales pautas y medidas basadas en la evidencia científica para el diagnóstico y tratamiento por parte de los profesionales, las últimas novedades terapéuticas, así como las actuaciones a realizar ante posibles recaídas o reincidencias por parte de los pacientes.
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El documento dedica un apartado a la vulvovaginitis por Candidauna enfermedad inflamatoria de la vagina causada por diferentes especies de hongos, principalmente la especie Candida, que representa aproximadamente el 25% de las vulvovaginitis infecciosas.
Esta infección es un proceso muy frecuente en mujeres adultas, con mayor incidencia entre las de 20-
40 años. Se estima que a los 25 años, el 50% de las mujeres habrán tenido al menos una
vulvovaginitis candidiásica y que entre las mujeres premenopáusicas el 75% la habrá padecido en el momento de
menos un episodio de esta infección y el 45% dos episodios o más.
A su vez, se estima que el 5% de las mujeres con vulvovaginitis por Candida terminarán presentando una infección recurrente y que entre el 5 y el 8% de todas las mujeres adultas tendrán esta patología con recurrencia.
Disparadores:
- Mal control de la diabetes.
- Uso de antibióticos (lo que provoca un desequilibrio de la microbiota vaginal).
- Niveles elevados de estrógeno (debido al uso de anticonceptivos, embarazo y terapia de estrógeno).
- Padecer enfermedades inmunosupresoras (VIH, lupus u otras).
La SEGO explica que para su detección se debe realizar una exploración minuciosa y pruebas complementarias para confirmar los síntomas, “ya que una de las causas frecuentes del fracaso terapéutico es un diagnóstico erróneo”.
En el caso de la vulvovaginitis por Candida reincidente (recurrentes o que reaparecen después de un período de cicatrización), las guías recomiendan reforzar el tratamiento, ya que en un porcentaje considerable de casos el tratamiento farmacológico con azoles no elimina la presencia del hongo en la vagina y vuelve a desarrollarse cuando se presentan. condiciones ambientales favorables.
También recomienda prolongar la terapia oral a 14 días, y la opción de tratamiento de mantenimiento durante 6-12 meses. Asimismo, considera la prescripción de Lactobacillus por vía vaginal como una alternativa terapéutica segura y rentable en pacientes con alto riesgo de recurrencia.
vaginosis bacteriana
El vaginosis bacterianauna infección provocada por un desequilibrio de la microbiota vaginal y el aumento de diversas bacterias que, en la mayoría de los casos, es asintomática, aunque en otros el síntoma principal es el aumento de la secreción vaginal.
Se estima que esta infección afecta al 8-30% de las mujeres sexualmente activas en los países desarrollados y entre sus factores de riesgo se encuentran el tabaco, el uso de duchas vaginales o productos de higiene intravaginal, o ser mujer de raza negra.
“Aunque no se considera una infección de transmisión sexual (ITS), es una patología que aumenta con el número de parejas sexuales. En este sentido, y dado el mayor riesgo de ITS, bacterianas o virales, en mujeres que padecen vaginosis bacteriana, la guía recomienda realizar un cribado del VIH en aquellas pacientes que lo padecen de forma recurrente (recidivante).
En cuanto a los tratamientos, además de los clásicos antibióticos, cada vez se valoran más el ácido láctico o los probióticos, que nos permiten reducir las resistencias a los antibióticos.
La tasa de recaída de la vaginosis bacteriana es bastante alta, con hasta un 30 % de mujeres diagnosticadas con una segunda infección dentro de los primeros 3 meses y hasta un 50 % con una segunda infección dentro del primer año.
Para estos casos, las guías establecen la repetición del tratamiento, y en mujeres con recurrencias documentadas, se consideran terapias repetidas intermitentes a largo plazo para suprimir el crecimiento anormal de la bacteria.
Otras infecciones vulvovaginales
Esta guía de asistencia práctica de SEGO también incluye apartados sobre otras dos infecciones vulvovaginales: vulvovaginitis causada por trichomonas vaginalis (llamada tricomoniasis)y el vulvovaginitis no infecciosa.
En el primer caso, el tricomoniasises una infección rara y en declive en los países occidentales, cuyos pacientes infectados permanecen asintomáticos en su mayor parte (más de dos tercios).
Los tratamientos más adecuados y recomendaciones a seguir son también para las parejas sexuales de los pacientes. Se propone la abstinencia sexual hasta que desaparezca la infección.
A pesar de su baja prevalencia, destaca su importancia clínica entre las niñas y mujeres que han sufrido abuso sexual, ya que en este grupo poblacional estas infecciones son más frecuentes y representan el 6% de todas las infecciones vulvovaginales.
Acerca de vulvovaginitis no infecciosalos principales síntomas (dolor, dolor perineal, disuria de contacto y, rara vez, aumento de la secreción vaginal) y las pautas y actuaciones a realizar para su correcto diagnóstico (que pueden incluir, además de la exploración física, exploración y biopsia del la piel cuando surgen dudas diagnósticas).
Asimismo, incluye las vías habituales para su tratamiento, que consiste en evitar irritantes en la zona vaginal, junto con la adopción de medidas terapéuticas para paliar los síntomas, y el uso de corticoides tópicos para reducir el efecto de dichos síntomas.