Las matemáticas son complicadas, no todos son buenos en ellas y todos aprenden a un ritmo diferente. Sin embargo, cuando la brecha respecto a los demás comienza a acentuarse en cuanto al reconocimiento de números, el cálculo o el razonamiento matemático, puede tratarse de un trastorno específico de las habilidades aritméticas: la discalculia.
Según la Organización Mundial de la Salud, la discalculia del desarrollo se define como un trastorno específico de las habilidades aritméticas que no se explica por discapacidad intelectual o escolaridad inadecuada. Te recuerda a EFEsalud la jefa de sección de Psicología Clínica del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús de Madrid, Concepción Fournier.
Así, estamos hablando de un trastorno específico del aprendizaje con dificultades matemáticas que puede presentar problemas en la adquisición de conceptos numéricos, cálculo o razonamiento matemático.
“Los déficits se refieren a habilidades de cálculo más que a habilidades matemáticas más abstractas como las que implica el aprendizaje del álgebra o la trigonometría”, apunta Fournier, quien también es coordinador de la Unidad de Neuropsicología Clínica del hospital madrileño.
Se estima que entre el 3% y el 8% de los niños matriculados en educación primaria pueden tener un desfase de dos años en cuanto a los aprendizajes que deberían haber adquirido por su edad cronológica.
señales de alarma
De esta forma, los signos que pueden revelar este trastorno, según explica la psicóloga clínica, se enmarcan en el contexto de un retraso en la adquisición de las habilidades numéricas. Estos pueden manifestarse de muchas maneras.
La incapacidad para reconocer números, por estrefosimbolismo -escribir en un espejo-; por no reconocer las operaciones aritméticas básicas -suma, resta- o sus símbolos; por la incapacidad de aprender las tablas de multiplicar; o por dificultades para mantener el orden adecuado de los números para realizar operaciones de cálculo, son las que destaca el experto.
“Es muy importante tener en cuenta que cada niño aprende a un ritmo determinado. Que los errores son muy frecuentes cuando se empieza a aprender cualquier habilidad compleja como el cálculo. Las señales de alarma deben ser observadas por docentes que sepan cómo se desarrollan todas estas habilidades, ya que son los encargados de su enseñanza”, señala Fournier.
Distintas clasificaciones de la discalculia
Existen diferentes clasificaciones para la discalculia del desarrollo, continúa el Dr. Fournier.
Las más clásicas incluyen la aritmética, en la que el niño confunde los procedimientos básicos de cálculo (suma, resta, multiplicación) y la discalculia atencional-secuencial, en la que las mayores dificultades se dan para aprender y recordar las tablas de multiplicar.
También la discalculia espacial, en la que el niño tiene dificultades para aprender la “sintaxis” de las operaciones aritméticas, como ordenar los números en columnas al hacer sumas o restas y su alineación de derecha a izquierda, explica la psicóloga clínica.
El conocimiento numérico del niño.
El experto abunda en que los enfoques más actuales proponen un modelo de déficit múltiple. Fournier explica que a lo largo del desarrollo de los niños se acumulan capacidades cognitivas que les permiten adquirir la habilidad de calcular; el núcleo de la disfunción es el sentido numérico.
Y es que la adquisición de conocimientos numéricos forma parte del proceso de los niños que “desarrollarán de forma innata la capacidad de diferenciar entre uno o varios elementos”. Esta es la primera etapa del desarrollo del sentido numérico.

El próximo paso, continúa Fournier, es el desarrollo de habilidades para asociar cantidades con las palabras que designan los números. Luego asocia cantidades con cifras y finalmente se desarrolla la capacidad de representar mentalmente una secuencia numérica que facilita las comparaciones y el cálculo mental aproximado.
“Los niños de preescolar, a partir de la percepción, adquieren conceptos de cantidad como ‘más’ o ‘menos’. Luego de reconocer los números, les tomará aproximadamente un año descubrir que los números se refieren a cantidades y sirven para contar”, agrega la psicóloga clínica.
Asimismo, aprender a contar requiere habilidades tanto lingüísticas como visoespaciales. El posterior desarrollo de procedimientos aritméticos básicos y habilidades aritméticas más complejas depende de la evolución de otras habilidades cognitivas como el desarrollo de conceptos, la atención, la memoria o la velocidad de procesamiento.
Fournier detalla que los estudios de neuroimagen funcional han establecido regiones corticales involucradas en el cálculo, identificando tres áreas importantes.
Estos son “el surco intraparietal horizontal superior (que se activa bilateralmente, es decir, en los hemisferios cerebrales derecho e izquierdo), el lóbulo parietal posterosuperior (también activado bilateralmente) y la circunvolución angular izquierda”.

Asociación de discalculia con otro trastorno
La discalculia puede estar asociada con otros trastornos.
De esta forma, puede presentarse como un trastorno del neurodesarrollo que afecta únicamente a las habilidades aritméticas fundamentalmente, junto con dificultades específicas en lectura y escritura, o asociado a otros trastornos del neurodesarrollo como el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). .
En este sentido, Fournier indica que aproximadamente el 25% de los niños con discalculia presentan síntomas de TDAH y alrededor del 17%, un trastorno de lectoescritura.
Este trastorno también puede aparecer asociado a lesiones adquiridas en la parte inferior del lóbulo parietal izquierdo, como ocurre en el síndrome de Gerstmann, según Fournier.
“Finalmente, se ha sugerido una base genética, algunos síndromes cromosómicos como el síndrome de Williams y el síndrome de Turner presentan dificultades en las habilidades matemáticas”, subraya.
A diferencia de otras dificultades de aprendizaje, la discalculia afecta a ambos sexos por igual.
Terapias
Si el niño continúa teniendo dificultades de aprendizaje o no puede aprender, debe ser derivado a los servicios de orientación psicopedagógica para una evaluación para determinar si es necesario que intervengan los profesores de pedagogía terapéutica.
En el caso de que tras la valoración se desconozca el motivo de estas dificultades o exista comorbilidad con el TDAH, “puede ser recomendable la derivación a servicios sanitarios que incluyan valoración neurológica y neuropsicológica pediátrica”.
La evaluación neuropsicológica, según Fournier, puede “aclarar” los déficits que padecen las discalculias para orientar su rehabilitación o compensación, porque “el diseño de un tratamiento ha de realizarse de forma individualizada”.
“La mayoría de los niños mejorarán sus habilidades en esta área con los recursos educativos adecuados, pero en algunos casos las dificultades pueden persistir evolutivamente y dificultar su futura adaptación”.
La investigación
La discalculia es un trastorno que ha despertado menos interés en términos de investigación, según el experto. Todo ello a pesar de su prevalencia y repercusión en la escuela y el trabajo.
En este sentido, Fournier afirma que la investigación debe avanzar en el establecimiento de criterios para su diagnóstico y pruebas validadas en el sistema educativo, en la construcción de modelos para el desarrollo de las habilidades matemáticas básicas.
También en el estudio de la neuroimagen cerebral funcional “que nos permite esclarecer las redes neuronales que sustentan las habilidades matemáticas básicas”.