Los mitos que rodean al trastorno bipolar

En el Día Mundial del Trastorno Bipolar, 30 de marzo, expertos de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) desmontar los mitos de una enfermedad que afecta al 2% de la población española (más de un millón de personas) ya cuarenta millones en el mundo, según datos de la Organización Mundial de la Salud.

Derribando cinco mitos sobre el trastorno bipolar

1- Pasar de la alegría a la tristeza en poco tiempo significa ser bipolar

A lo largo del día, cualquiera puede pasar por diferentes estados de ánimo. Pero experimentar emociones positivas y negativas en cortos períodos de tiempo no es lo mismo que tener un trastorno bipolar. Este trastorno implica episodios maníacos o hipomaníacos y depresivos.

“En el día a día podemos fluctuar entre la tristeza y la alegría; son emociones saludables que están ligadas a conductas funcionales, por lo que nuestro rendimiento diario no se ve afectado gravemente por estos cambios emocionales”, explica. Montserrat Lacalle, profesora asociada de los Departamentos de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC.

“Por otro lado, cuando hablamos de trastorno bipolar, estamos hablando de pasar de la manía o la hipomanía a la depresión, estados que no son ni funcionales ni saludables porque el sufrimiento de la persona es muy alto y las conductas de quien los experimenta son disfuncionales. Hay problemas en el desarrollo del día a día de la vida cotidiana”, apunta.

Además, el cambio entre estos episodios no se produce en cuestión de horas ni se desencadena por factores fácilmente identificables, “como puede ocurrir en el día a día de una persona sana que pasa de la alegría a la tristeza”, indica.

GRAMO.grados de trastorno bipolar:

  • Él trastorno bipolar I provoca al menos un episodio maníaco lo suficientemente importante como para interrumpir la vida diaria normal y varios episodios depresivos con cierta regularidad, explica por su parte Enric Soler, profesor asociado de los Departamentos de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC.
  • Él trastorno bipolar II Presenta episodios depresivos más severos y algunos episodios maníacos esporádicos.
  • Él trastorno ciclotímico Se caracteriza por padecer síntomas de episodios hipomaníacos y depresivos de menor duración e intensidad, pero durante un período de tiempo relativamente largo (entre uno y dos años).
Los dos polos del trastorno bipolar, maníaco y depresivo, afectan al estado de ánimo del paciente/EFE/Ángela Arrizabalaga

2- Los estados eufóricos son momentos de genialidad

Una de las características del trastorno bipolar es que provoca los episodios maníacos o hipomaníacos antes mencionados, que gran parte de la sociedad asocia con estados de genialidad y positivismo, pero la realidad es otra, es un mito a desmontar.

El síntomas maníacos Consisten en un “estado anímico anormal y persistentemente elevado, expansivo, expansivo, con ideas de omnipotencia e invulnerabilidad, que se manifiesta la mayor parte del día durante al menos una semana y que también puede ir acompañado de irritabilidad”, explica Enric Soler.

“Quienes la padecen -añade- experimentan un aumento de la autoestima, sentimientos de grandeza, disminución de la necesidad de dormir, verbosidad, sensación de que los pensamientos van a gran velocidad, fuga de ideas, dificultades de concentración, hiperactividad dirigida a objetivos ( laborales, sociales, sexuales, etc.), compras compulsivas y juergas desenfrenadas que ponen en riesgo al sujeto o inversiones de dinero demasiado arriesgadas”.

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En el caso de las fases hipomaníacas, la diferencia es que todos estos síntomas se manifiestan durante menos tiempo —un máximo de cuatro días— y que puede que no se presenten todos, pero al menos cuatro de ellos sí, provocando grandes sentimientos de culpa una vez superada la fase. encima.

Con respecto a episodios de depresión experimentadas por los maníacos, se caracterizan por manifestarse en un período de dos semanas.

Durante este tiempo, “el estado de ánimo permanece deprimido la mayor parte del día, casi todos los días, con sentimientos de tristeza, vacío interior, incapacidad para sentir placer, pérdida de peso sin una razón objetiva que lo justifique, pérdida del apetito, insomnio o hipersomnia, agitación o retraso psicomotor observable por otros (sin ser una experiencia subjetiva), cansancio, sensación de inutilidad o culpa excesiva, casi delirante”, explica Soler.

También son frecuentes la incapacidad de concentración y los pensamientos recurrentes de muerte, el intento de suicidio o la existencia de un plan para llevarlo a cabo.

3- No es una patología grave

Aunque se trata de una patología que puede tener consecuencias muy graves, los expertos se sorprenden cuando se habla de ella “de manera superficial, asociándola a personas narcisistas o controladoras”.

Según Enric Soler, el trastorno bipolar es uno de los trastornos mentales que más sufrimiento provoca a la persona que lo padece, ya que “invalida su capacidad para realizar las actividades más sencillas de la vida diaria”.

Además, es común que las relaciones de las personas con trastorno bipolar se dañen y les cueste mantener una rutina laboral o familiar.

“Los síntomas que padecen tienen una poderosa influencia en sus relaciones familiares o de pareja, en el fracaso académico y en la incapacidad para mantener un trabajo”, dice.

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De hecho, es una de las enfermedades con mayor riesgo de suicidio, “un gran tabú del que no se habla. Una sociedad que no cuida su salud mental es una sociedad enferma. No es casualidad que en España la tasa de suicidios esté aumentando de forma alarmante”, sostiene.

4- Se puede curar

Otro de los mitos relacionados con el trastorno bipolar es que se trata de una enfermedad crónica que no tiene cura.

Sin embargo, “los síntomas que presenta se pueden paliar con tratamiento y se puede llevar una vida lo más normal posible. De este tratamiento dependerá que puedas llevar una vida funcional o no, y del tipo de trastorno bipolar que padezcas, ya que hay grandes diferencias según la frecuencia de los cambios entre estados maníacos o hipomaníacos y estados depresivos”, apunta la profesora Montserrat Lacalle. . .

5- Solo se trata con medicamentos

Según los expertos, el trastorno bipolar se trata con fármacos psicoactivos estabilizadores del estado de ánimo, antipsicóticos, antidepresivos y/o antidepresivos antipsicóticos.

“La medicación puede ser diferente según el problema de cada paciente y el grado en que lo necesite”, dice Montserrat Lacalle.

“Pero todo esto debe combinarse con psicoterapia. La terapia psicológica es fundamental. Además, en algunos casos también hay psicoeducación para los propios pacientes y sus familias para que sepan identificar los síntomas que aparecen antes de una fase maníaca o depresiva”, apunta el profesor asociado de la UOC.

trastorno bipolar y adicciones

Por otro lado, el Sociedad Española de Patología Dual (SEPD) explica que alrededor de un tercio de los diagnosticados con trastorno bipolar también tienen adicciones al tabaco, al alcohol y al cannabis.

“El consumo problemático de sustancias puede aparecer como consecuencia del trastorno bipolar; pero otras veces ese consumo puede ser uno de los factores que desencadenan el trastorno bipolar, sobre todo en personas que tienen vulnerabilidad genética”, explica Ana González Pinto, jefa del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario de Álava y miembro de la SEPD.

El experto asegura: “Hemos comprobado que, aunque el consumo se da en ambas fases del trastorno bipolar, es más frecuente en las fases de euforia”.

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Sin embargo, explica, en momentos de depresión es más difícil abordar las adicciones, ya que ese estado se caracteriza por menos energía y menos voluntad, lo que dificulta que los pacientes abandonen el consumo.

“Al final, como los síntomas depresivos son más frecuentes y cuesta más dejar de consumir, también es más común ver con más frecuencia a personas con síntomas depresivos y adicciones a sustancias”, argumenta.

Según el psiquiatra, “siempre que se consumen sustancias, el trastorno aumenta en gravedad porque aumenta la dificultad en el tratamiento, los fármacos son menos efectivos, hay más dificultad para mantener la constancia en el tratamiento y, por tanto, la mejoría será más lenta”.

Estos pacientes necesitan más atención, una mayor intensidad de tratamiento y un abordaje dual de su adicción y de su trastorno mental.

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